Durante muchos años me resistí a contarlo. Por una simple razón: el temor a quedar en ridículo, que como persona pierda credibilidad, y siembre dudas o negativos juicios sobre mi comportamiento.
Hoy todo es distinto, ya estoy sumergido en las redes sociales, y no pretendo que me crean, ni que me lean, lo cuento como parte de una terapia personal, para sanear los laberínticos archivos de mi mente que siempre fue seducido por estos temas apasionantes y misteriosos de lo sobrenatural y extraterrenal.
La primera vez que vi un O.V.N.I., fue por el año de 1972. Tenía doce años, lo recuerdo como si nuevamente lo estuviera viendo ahora mismo, aunque de manera borrosa, pero lo veo, es que han pasado tantos años.
Las circunstancias en que lo vi fue cuando al salir de mi casa, en esa época los muchachos de mi generación jugábamos fútbol en plena calle, pero esa noche no hubo fútbol pero sí una experiencia que hasta el día de hoy no sé explicar. Añado que en esos años tenía la costumbre de mirar las estrellas, se me hizo un hábito, creo que porque estaba de moda la serie que daban por televisión ‘Los Invasores’. Al mirar hacia lo alto del cielo nocturno, lo vi, y lo primero que se me ocurrió preguntarme fue, ¿qué hace eso allá arriba?, para empezar me sentí como falto de distancia ante semejante experiencia, me fui a casa y me metí a la cama, me quedé dormido temprano, antes de la hora acostumbrada.
La segunda vez fue por el año de 1998, una noche en que vivíamos en una casa preciosa (muy amplia con dos jardines, uno afuera cuyo ventanal daba al comedor de la cocina, y otro dentro de la casa contigua a la sala) en el distrito de San Borja (aun vivía con mis padres y mis hermanas) yo vivía en el piso de arriba donde podía contemplar la calle, los autos pasar, las personas transitar, eso sí era un lugar tranquilo, precisamente la tranquilidad que necesito para escribir, esa noche terminé de cenar y antes de entrar a mi habitación, caminé un poco por ese patio como haciendo un poco de tiempo antes de ponerme a escribir nuevamente, y mientras miraba hacia la calle donde no habían personas transitando, todos en su casa, miré hacia arriba, ya les dije que tengo ese hábito, vi un O.V.N.I, me quedé impresionado, ya contaba con treintaiocho años de edad, no le quité la mirada, estaba con la mirada fija en ese O.V.N.I., lo primero que hice fue llamar a mi sobrino, a gritos, pensé que tenía que tener un testigo porque la primera vez estaba solo parado en la vereda, en plena calle, mirando ese objeto extraño, y no tenía la estatura mental para entenderlo, menos la consistencia emocional para aceptarlo. Ambos nos quedamos impresionados, mi sobrino bajó las escaleras, lo sentí asustado, yo me quedé allí mirándolo, desafiante, sin perder la perspectiva, cuando para mi sorpresa el O.V.N.I. fue viniendo hacia mí, no podía creerlo, esa es la sensación que tuve, si estaba tan arriba, su inusual velocidad me perturbó, lo único que hice fue correr hacia mi habitación. Esta experiencia no la olvidaré nunca. Me pregunto, y me sigo preguntando ¿Por qué el O.V.N.I. vino hacia mí?, es una pregunta que sigue girando dentro de mi mente. Ahora pienso que me hubiera quedado quieto hasta ver las consecuencias, pero era muy arriesgado.
Nunca he visto un círculo de Ovnis en el cielo, sino solamente un O.V.N.I. , de todas las cosas sobrenaturales que he pasado en mi vida hasta el día de hoy, añado estas.
La última ha sido este año, 2013, como a las nueve de la noche, venía de trabajar con mi primo, cuando regresábamos, a media cuadra para llegar a la esquina de la avenida Tacna con el jirón Moquegua, sentí que mi primo quien caminaba a mi lado me advertía de algo, y me señalaba hacia arriba, y por tercera vez vi un O.V.N.I. que daba la impresión de volar a baja altura, por sobre las azoteas de los edificios colindantes, lo curioso es que me parece, nadie se dio por enterado, solo nosotros, tal vez por el bullicio del lugar donde estábamos, el ruido de los autos es terrible a esas horas, aceleramos el paso, para intentar ver hacia donde se iba, porque salió de nuestra visión por entre los edificios altos, Avanzamos cuadra y media pero ya no estaba, seguíamos mirando hacia arriba, pero ya había desaparecido. Antes de que mi primo se fuera a su casa, nos hicimos muchas preguntas, y las respuestas nunca estuvieron debajo de las preguntas, esos espacios en blanco hasta el día de hoy son una muestra de no poder explicar ni explicarme lo acontecido.
Con estas tres breves experiencias que tuve con la aparición de un O.V.N.I., vuelvo a reiterar que no pretendo que me crean, ni nada de lo escrito es falso, todo corresponde a la veraz realidad de los hechos.
Espero que para la próxima tenga una cámara donde las fotos sean prueba material como testigos de lo que puede suceder cuando uno se encuentra con un O.V.N.I., solo cuento con lo que he vivido, dos testigos y un mar de preguntas.