A un mes del Bicentenario [28 de julio]. Y continúa. Un país dividido, fracturado, socavado, donde el futuro es un préstamo y el presente un incendio inextinguible. No hay memoria, no hay dignidad, cuando te arrastra la tentación, te succionan las mejores voluntades. Para ser un país necesitamos de ciudadanos probos y valientes, pero en estas últimas décadas la corrupción y la venganza firmaron carta de ciudadanía. Ya la criminalidad, las traiciones, el asco, la verguenza, el desánimo, son oscuros titulares de todos los días. Vienen las nuevas generaciones y hay vacíos tristes. La historia tropieza y cae. Llegará tiene que llegar el día que rectifiquemos el rumbo y seamos un país solidario, próspero y pleno de energías positivas. Hago esta reflexión porque todo lo visto y lo que veo no me da la feliz perspectiva de que mi Perú esté en la ruta correcta. Que Dios nos ayude. La oración en familia limpia y te abraza la paz